Me giré una última vez, apesadumbrado. En la distancia aún se oía el suave rumor de las olas. O quizás era sólo su recuerdo, que hacía eco en nuestra memoria.
La mar negra y aterciopelada se abría hipnótica ante nosotros, como el sueño de otro mundo, de otro tiempo en que la luna todavía era reina de la noche, y el estruendo de la civilización aún no había hecho mella.
La mar negra y aterciopelada se abría hipnótica ante nosotros, como el sueño de otro mundo, de otro tiempo en que la luna todavía era reina de la noche, y el estruendo de la civilización aún no había hecho mella.
Fotografía: Inés Gil Moreno
Texto: Miguel Ángel Rubio Ávila
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